PRÓLOGO - GINEBRA

 




 “Corre… no voltees, solo corre. 

Sus palabras retumban fuertemente en mis oídos, 

una y otra vez. 

Mis piernas tiemblan, mi boca esta sedienta; 

pero no me detengo … ”


PRÓLOGO


El reloj de la catedral marca las 7 en punto, el sol se ha ocultado. La avenida Luzuriaga se encuentra repleta de personas,  los jóvenes se aglomeran, forman pequeños tumultos y caminan en varias direcciones.

Lya pasa corriendo, le cierran el paso, logra salir. Quiere cruzar la calle. El semáforo está  en rojo,  mira arriba y abajo. Hay un espacio, Lya aprovecha para cruzar, avanza un par de pasos y  algo la sujeta con fuerza y la devuelve a la vereda. Cae de espaldas. Su visión se nubla, todo oscurece. Siente su cuerpo caer a un hoyo profundo, no hay fondo. La voz se le entrecorta.

Dos personas, se acercan a ella, siente sus manos, su cuerpo no reacciona, la levantan con fuerza y la arrastran. Intenta mirar con claridad, parpadea varias veces, solo ve sombras muy distorsionadas. Forcejea con ellas… segundos después. Cae

   -¿Estás bien?  Alguien le habla, su rostro esta cubierto con un tapabocas azul oscuro. Él la observa. Lya no responde. Poco a poco vuelve su  visión, escucha leves sonidos ambientales. 

  Él se acerca, la ayuda a levantarse, ambas manos se rozan. Sus sentidos vuelven en sí. Lya siente una chispa recorre todo su cuerpo, reacciona, quita su mano. Ambos se miran.

  -¡Lo ... lo siento!  Muy confundida, se aleja corriendo. 

  A unos pasos se encuentra una joven con mechones blancos. Ella ha observado toda la escena, se aproxima a su compañero.

  -Ty, ella no debía vernos, estaremos en problemas.

  -Lo sé Sony. Hay que seguirla

  -No es necesario, mira. Desvía la mirada y señala un identificación en piso. 


     *Actualización: todos los lunes

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