Mi paso por el convento

MI PASO POR EL CONVENTO 



En mi memoria, recuerdo que todos los domingos íbamos a misa, mis padres me llevaban temprano a la Iglesia, para escuchar las mismas palabras de arrepentimiento. Desde niña me enseñaron, que si mentía Dios era tan malvado que me castigaría; sin embargo, ellos lo hacen, mienten y ¿por qué Dios no les castiga?, de niña pensé que era injusto que Dios solo castigará a los niños y no a los padres (a los 10 años llegué a la conclusión que Dios no castiga, solo es el karma haciendo su trabajo)

 Un día, llegaron los hermanos apartados o como ahora los conocen los evangelistas. Mis padres me hicieron prometer que jamás abriría la puerta a desconocidos. Yo me encontraba en el patio de mi casa, estaba jugando con una muñeca que me regalaron el año anterior.

Cuando la puerta sonó, fui a atender, mis padre estaba en el trabajo y mi madre en la cocina. Con mis escasos 7 años, apenas si lograba alcanzar la ventanilla. No vi sus caras, solo podía escuchar sus voces preguntando por mis padres. 
De la cocina se escuchó la melodiosa voz de mi madre llamándome, HIJA, RECOGE TUS JUGUETES ... AHORA por lo que pedí que esperaran  un momento.

- Mami, han venido los hermanos que no quieren a la virgen
- Hija, no digas eso. Su forma de pensar es diferente al de nosotros, y solo debemos ...
- Respetar ... pero no quieren a la virgen
- ¿ que te preguntaron?
- Si estás en casa
- Ya sabes que decir
Al regresar, solo les dije - mi mamá dice que no esta

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Cuando iba a iglesia, eran pocas las veces que veía al padre sin la túnica. La mayoría, siempre estaba en la misa.
Él era un hombre alto, canoso, tenía el rostro pálido y en las manos nunca le faltaba un puro, eran como churros pero no contenían manjar (lo comprobé a los 8 años, cuando mastique uno por error).

Su sermón era breve, con exactitud duraba 10 minutos, No era necesario más tiempo,  pues te decía todo muy claro. Él era un hombre muy bueno con los niños y las ancianas, siempre al lado de las hermanas cuya maestría eran los chismes de salones (eran catequistas de muy avanzad edad).

Su estancia fue larga hasta que le buscaron un reemplazo. Ese día decidí no volver a escuchar la misa en otra parroquias porque  el sermón duraba horas 
Por cierto eso solo duro una semana, exactamente 6 días, mi madre me llevo a rastras a la misa de la catedral (el sermón duró 40 minutos)  

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Años después, en la parroquia había nuevo párroco, fui con mi hermana a escuchar una de sus misas (nos ganó la curiosidad).
El padre necesitaba apoyo con las limosnas, me ofrecí como voluntaria. Mi puesto se había vuelto muy popular en menos de un mes, el tercer mes me enteré que algunos  "voluntarios" se sacaban el dinero y solo le entregaban al padre una parte de ello.
El padre los descubrió y los reprendió. Aun me pregunto ¿que hacían con el dinero que robaban? ¿juegos en res? ¿adicciones? o solo eran cleptómanos 

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Después de tan malas experiencias, decidí quedarme en la parroquia como catequista de primera comunión, aun creo que los niños tienen pureza en sus interior y si una persona influye en ellos lo suficiente crecerán siendo buenas personas, el hecho que conozcan a Dios y  lo amen, es un gran paso. Prácticamente había hecho lo mismo que hicieron mis padres conmigo. Dar y recibir amor 


Psdt. Solo duré un año como catequista (no soporté el engreimiento que tenían los padres con sus hijos. Puede que ese sea el momento exacto donde perdí toda mi paciencia) 

 


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